Por mucho tiempo dejé que la gente a mi alrededor tuviera el poder sobre mi imagen y mi estilo. Dejé que su visión de lo que era bello y aceptable, una visión totalmente inalcanzable para mi, me jugara una mala pasada, dejando mi autoestima por el suelo y buscando pasar desapercibida.
Esto afectó mi imagen por completo, llevándome a refugiarme en ropa sin personalidad y a descuidar mi cuerpo y mi mente.
La ropa que nos ponemos todos los días tiene ese poder, de llenarnos de alegría, libertad, de elegir quien queremos ser, pero también de hacernos sentir incómodos, atrapados en una imagen que no controlamos, llevarnos a no confiar en nosotros mismos. Lo cual es muy perjudicial para nuestra vida.
No saber vestirte es no conocerte a ti misma, es desperdiciar tu potencial y las oportunidades que pueden presentarse.
Nunca olvides que nuestra ropa es una extensión de quienes somos, y si la descuidamos y no somos leales a nosotros mismos, nos estamos negando la posibilidad de elegir quien queremos ser, “Ese es el costo de no saber vestirse”.
Pero, esto es muy fácil de arreglar, solo necesitas creer en ti y trabajar en tu imagen. ¿Cómo? Partiendo por estas 3 estrategias:
- Usar tu ropa y tu estilo para potenciar tu confianza y obtener lo que quieres. Aprendiendo a aprovechar tu imagen y expresar quien eres y quien quieres ser de la mejor manera posible. Después de todo, la confianza se define como el grado en el que sientes que tus acciones traerán resultados positivos.
- Cambiar tu visión y mentalidad: al igual que le das estilo a tu cuerpo, tu mente también puede hacerlo a través del desarrollo personal. Cuando tu mente está centrada, nítida y en paz inmediatamente te da más confianza.
- Concéntrate en tus relaciones. “La gente con la que te rodeas juega un rol importante en tu éxito y confianza. Te elevan y te llevan a un nuevo nivel en tu vida.